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5 de agosto de 2010

La Quinta Montaña

Es difícil intentar sobrevivir a los diferentes problemas que se nos cruzan por el camino.
Sobre todo cuando sentimos que estos problemas nos desvían de manera constante de lo que queremos lograr.
Lo importante en todo momento es no perder ese objetivo y mucho menos tirarlo por la borda.
Es en ese momento cuando una persona se vuelve perdedora.
Cuando sucede lo contrario, se logra el triunfo, pues perseveramos en lograr lo que soñamos.

4 de julio de 2010

Como Agua Para Chocolate

Mi abuela tenia una teoría muy interesante, decía que si bien todos nacemos con una caja de cerillos en nuestro interior, no los podemos encender solos, necesitamos, como en el experimento, oxígeno y la ayuda de una vela.
Sólo que en este caso el oxígeno tiene que provenir, por ejemplo, del aliento de la persona amada; la vela puede ser cualquier tipo de alimento, música, caricia, palabra o sonido que haga disparar el detonador y así encender uno de los cerillos.
Por un momento nos sentiremos deslumbrados por una intensa emoción.
Se producirá en nuestro interior un agradable calor que irá desapareciendo poco a poco conforme pase el tiempo, hasta que venga una nueva explosión a reavivarlo.
Cada persona tiene que descubrir cuáles son sus detonadores para poder vivir, pues la combustión que se produce al encenderse uno de ellos es lo que nutre de energía el alma.
En otras palabras, esta combustión es su alimento.
Si uno no descubre a tiempo cuáles son sus propios detonadores, la caja de cerillos se humedece y ya nunca podremos encender un solo fósforo.

28 de mayo de 2010

La bruja de Portobello

Ultimamente estoy leyendo muchos libros de Paulo Coelho tienen un "algo" que me gusta, generalmente no me gustan los libros de autoayuda y la mayoria lo son..pero bueno la safan mucho...

Dejo fragmentos que me llegaron mucho...




"Por que siempre he intentado ser quien era, pero no era capaz. Siempre intentaba impresionar a los demás, tenia conversaciones inteligentes, agradaba a mis padres y al mismo tiempo utilizaba los artificios posibles para conseguir hacer las cosas que quería, yo siempre he abierto mi camino con sangre, lágrimas, fuerza de voluntad, pero ayer me di cuenta que he escogido el proceso equivocado, mi sueño no requiere nada de eso, solo que me entregue a el, y que apriete los dientes si creo que estoy sufriendo, por que el sufrimiento pasa."



"En este recorrido en el que el sufrimiento parecía ser la única regla, luche por cosas por la que no vale pena luchar. Como el amor, por ejemplo: o lo sientes o no hay fuerza en el mundo que consiga provocarlo."



"Podemos fingir que amamos,podemos acostumbrarnos al otro,crear una familia, practicar el sexo todas las noches, tener orgasmos,y aun así ,sentir que hay un vació patético en todo eso, falta de algo importante.En nombre de lo que había aprendido sobre las relaciones entre un hombre y una mujer, intente luchar por cosas que no merecían lágrimas,que no valían tanto la pena.Lo quiero todo,quiero lo salvaje,la ternura,quiero molestar a los vecinos,no quiero mujeres en la cama,pero quiero hombres verdaderos,que me amen o m eme utilicen,eso no tiene importancia,mi amor es mas grande que eso,quiero amar libremente y quiero que dejar que la gente a mi alrededor haga lo mismo".



“Santo es aquel que dignifica su vida. Basta con entender que todos estamos aquí por alguna razón, y basta con comprometerse con ella”.



“Todos trabajamos por alguna razón: alimentar a nuestros hijos, ganar dinero para vivir, justificar una vida, conseguir una cuota de poder. Pero hay etapas tediosas durante este recorrido, y el secreto consiste en convertir esas etapas en un encuentro con uno mismo”.


“Eres lo que cree ser”

22 de abril de 2010

Si supieras que nunca he estado en Londres....

...volverías de Tokio.


Es la historia de una chica que le escribe cartas a su ex, cartas que no tiene intencion de mandarle, mails en los que nunca llega a tener fuerzas suficientes para apretar enviar. Y a lo largo de esos correos va diciendole todo aquello que se quedo en ella guardado, lo que quiso decirle y no encontro la manera, le cuenta la vida que esta teniendo ahora, se inventa otra vida con la que se sentiria mejor y tambien se la cuenta... en fin, me gusto mucho este libro y tiene millones de frases para el recuerdo.

"Cuando se acabó, cuando repartimos lo de cada uno, me tocó quedarme conmigo y eso es algo que aún no he querido perdonarte."


"El caso es que una vez que empiezas a esperar, si lo estás haciendo bien, llega un momento en el que dejas de saber a que estás esperando. (...) Es raro cuando esperas. No hay nada más peligroso que una persona que espera. Te puedes volver adicta a ese estado de incertidumbre y cogerle miedo a lo concreto."


"Una vez conocí a un chico que llevaba diez años esperando. Decía que estaba muy tranquilo, que todo ese tiempo había seguido con su vida, pero que no había pasado ni un solo minuto sin que se preguntara: ¿cuándo?"

"A menudo no logro comprender cómo soy capaz de vivir un día y otro y otro. Son las noches, no hay otra explicación. Algo tiene que pasar mientras duermo para que cada mañana se me olvide que no quiero nada de esto."


"Hacía millones y millones medios días que no estaba así de sola y no sé si eso es un gran logro o el principio de una nueva etapa que no me atrevo a celebrar. Brindemos."

"Y Madrid era Madrid y estaba lleno de gente pero yo era yo y estaba sola y empecé a echar de menos alguna que otra cosa. Reírme. Reírme. Hay que ver lo buena que es la risa."


"Quizás había disfrutado del proceso. Primero desear algo. Luego creer que se puede. Luego poner algún que otro medio. Mover un pie. Otro. Ver de cerca los síes. Eso gusta, cuando los síes comienzan a aparecer. Me encantaba tropezar con ellos. La alegría que tenía no era la alegría de llegar a algún lado, sino la alegría de creer que estaba llegando. Eso sí que era bonito."


"Tendrá un chorrito de amor del bueno, del que nunca llega, y un chorrito de amor del de verdad, el que consiste en encontrar a alguien que soporte lo que soy cuando me pierdo."


yo, en lo personal...me pierdo demasiadas veces...

7 de diciembre de 2009

A orillas del río Piedra me senté y lloré. II


A veces nos invade una sensación de tristeza que no logramos controlar, decía él. Percibimos que el instante mágico de aquel día pasó, y que nada hicimos. Entonces la vida esconde su magia y su arte. Tenemos que escuchar al niño que fuimos un día, y que todavía existe dentro de nosotros. Ese niño entien­de de momentos mágicos. Podemos reprimir su llanto, pero no podemos acallar su voz. Ese niño que fuimos un día continúa presente. Bie­naventurados los pequeños, porque de ellos es el Reino de los Cielos. Si no nacemos de nuevo, si no volvemos a mirar la vida con la inocencia y el entusiasmo de la infancia, no tiene sentido seguir viviendo. Existen muchas maneras de suicidarse. Los que tratan de matar el cuerpo y los que tratan de matar el alma, aunque su crimen sea menos visible a lo ojos del hombre.'' Prestemos atención a lo que nos dice el niño que tenemos guardado en el pecho. No nos avergoncemos por causa de él. No dejemos que sufra miedo, porque está solo y casi nunca se le escucha. Permitamos que tome un poco las riendas de nues­tra existencia. Ese niño sabe que un día es diferente de otro. Hagamos que se vuelva a sentir amado. Hagamos se sienta bien, aunque eso signifique obrar de una manera a la que no estamos acostumbrados, aunque parezca estupidez a los ojos de los demás. Si escuchamos al niño que tenemos en él alma, nuestros ojos volverán a brillar. Si no perdemos el contacto con ese niño, no perderemos el contacto con la vida.

A orillas del río Piedra me senté y lloré. I


Es necesario correr riesgos, decía. Solo entendemos del todo el milagro de la vida cuando dejamos que suceda lo inesperado. Todos los días nos dan, junto con el sol, un mo­mento en el que es posible cambiar todo lo que nos hace infelices. Todos los días tratamos de fingir que no percibimos, ese momento, que ese momento no existe, que hoy es igual que ayer y será igual que mañana. Pero quien presta atención a su día, descubre el instante má­gico. Puede estar escondido en la hora en que metemos la llave en la puerta por la mañana, en el instante de si­lencio después del almuerzo, en las mil y una cosas que nos parecen iguales. Ese momento existe: un momento en el que toda la fuerza de las estrellas pasa a través de nosotros y nos permite hacer milagros. - La felicidad es a veces una bendición, pero por lo ge­neral es una conquista. El instante mágico del día nos ayuda a cambiar, nos hace ir en busca de nuestros sue­ños. Vamos a sufrir, vamos a tener momentos difíciles, vamos a afrontar muchas desilusiones..., pero todo es pasajero y no deja marcas. Y en el futuro podemos mi­rar hacia atrás con orgullo y fe. Pobre del que tiene miedo de correr riesgos. Porque ése quizá no se decepcione nunca, ni tenga desilusio­nes, ni sufra como los que persiguen un sueño. Pero al mirar hacia, atrás —porque siempre miramos hacia atrás – oirá que el corazón le dice: “¿Qué hiciste con los milagros que Dios sembró en tus días?¿Qué hiciste con los talentos que tu Maestro te confió? Los enterraste en el fondo de una cueva, porque tenias miedo de perderlos. Entonces, ésta es tu herencia: la certeza de que has desperdiciado tu vida.” Pobre de quien escucha estas palabras. Porque entonces creerá en milagros, pero los instantes mágicos de su vida ya habrán pasado

A orillas del río Piedra me senté y lloré.

A orillas del río Piedra me senté y lloré. Cuenta una leyenda que todo lo que cae en las aguas de este río —las hojas, los insectos, las plumas de las aves— se transforma en las piedras de su lecho. Ah, si pudiera arrancarme el corazón del pecho y tirarlo a la corriente; así no habría más dolor, ni nostalgia, ni recuerdos.

A orillas del río Piedra me senté y lloré. El frío del invierno me hacía sentir las lágrimas en el rostro, que se mezclaban con las aguas heladas que pasaban por delante de mí. En algún lugar ese río se junta con otro, después con otro, hasta que —lejos de mis ojos y de mi corazón— todas esas aguas se confunden con el mar.

Que mis lágrimas corran así bien lejos, para que mi amor nunca sepa que un día lloré por él. Que mis lágrimas corran bien lejos, así olvidaré el río Piedra, el monasterio, la iglesia en los Pirineos, la bruma, los caminos que recorrimos juntos.

Olvidaré los caminos, las montañas y los campos de mis sueños, sueños que eran míos y que yo no co­nocía.

Me acuerdo de mi instante mágico, de aquel mo­mento en el que .un «sí» o un «no» puede cambiar toda nuestra existencia. Parece que sucedió hace tan­to tiempo y, sin embargo, hace apenas una semana que reencontré a mi amado y lo perdí.

A orillas del río Piedra escribí esta historia. Las manos se me helaban, las piernas se me entumecían a causa del frío y de la postura, y tenía que descansar continuamente.

—Procura vivir. Deja los recuerdos para los viejos —decía él.

Quizá el amor nos hace envejecer antes de tiempo, y nos vuelve jóvenes cuando pasa la juventud. Pero ¿cómo no recordar aquellos momentos? Por eso es­cribía, para transformar la tristeza en nostalgia, la so­ledad en recuerdos. Para que, cuando acabara de contarme a mí misma esta historia, pudiese jugar en el Piedra; eso me había dicho la mujer que me acogió. Así —recordando las palabras de una santa— las aguas apagarían lo que el fuego escribió.

Todas las historias de amor son iguales.